¡Hola!
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Alba López: Ensinanza de linguas estranxeiras
Raquel Martínez: Descubriendo enseñanzas y aprendizajes
Un saludo
English as a lingua franca (ELF)
domingo, 23 de febrero de 2020
sábado, 22 de febrero de 2020
Didáctica_Tema 1
En esta entrada me centraré en los aspectos teóricos y prácticos
desarrollados por el docente Gonzalo Constenla en torno a las situaciones y
variables en la situación de enseñanza de las lenguas extranjeras. Esta corta sesión,
perteneciente a la asignatura “Didáctica de la enseñanza de las lenguas
extranjeras”, se llevó a cabo el día 9 de enero.
Comenzamos
estableciendo las diferencias entre términos como lengua inicial, segunda
lengua y lengua extranjera, todos ellos relacionados con el contexto de
adquisición de las lenguas, es decir, en qué momento y con qué objetivo el
hablante las aprende. El primero de estos tres conceptos, la lengua inicial o materna, está relacionado con aquella lengua
que adquirimos de manera inconsciente desde que nacemos y cuya motivación se
encuentra en la necesidad innata del ser humano de comunicarse y establecer
relaciones con quienes le rodean. Esto no quiere decir que sea necesariamente la lengua a la que, en el futuro, acudiremos con más frecuencia para
expresarnos, ni en la que tendremos un mayor nivel de competencia. Con respecto
al segundo tipo de lengua que adquiere un hablante, conocido como segunda
lengua, podemos establecer que existen distintos procesos de adquisición. Uno
de ellos se da dentro de contextos en los que conviven dos lenguas como es el
caso de Galicia, donde los hablantes entran en contacto con ella en cuanto su
círculo de relaciones se amplía, coincidiendo normalmente con el comienzo del
período de escolarización, y que suele crear una realidad en la que el usuario
de ambas lenguas se encuentra habitualmente en una situación de bilingüismo. Otro posible contexto que
propicia el contacto con una segunda lengua tiene lugar cuando en el ámbito
familiar conviven más de dos lenguas, en estos casos es habitual utilizar primordialmente
solo una de ellas como lengua inicial y, con el tiempo, podríamos de nuevo encontrarnos
en una situación de bilingüismo. En cuanto al tercer término, su proceso de adquisición
se encuentra normalmente pautado por ley a través de su introducción en las aulas, que es cuando el
hablante comienza el proceso de
adquisición de la lengua extranjera, ya que esta forma parte del
currículo de la enseñanza obligatoria. Llegados a este punto, cabe comentar que
existe cierta confusión con respecto a los dos primeros términos, ya que dentro
de Galicia el gallego se considera como la lengua propia y el español la lengua
cooficial, mientras que en la Constitución Española esta última queda reflejada
como la lengua oficial, pasando a ser la cooficial el gallego. Para comprender
qué similitudes y diferencias existen a la hora de adquirir la lengua materna y
la lengua extranjera realizamos en grupos de cuatro miembros una actividad
haciendo uso de un diagrama de Venn.
Como similitudes entre ambos procesos cabe destacar la importancia de la
comprensión y producción oral y escrita, la variedad de contextos, así como las
técnicas de imitación y ensayo-error.
Tratamos a
continuación algunos términos relacionados con el contexto de uso de una lengua:
lengua habitual, lengua de trabajo y
lengua vehicular. La lengua habitual, como su nombre indica, es aquella que
utilizamos de manera cotidiana, siendo posible que utilicemos más de una. En mi
experiencia, es el contexto en el que nos encontramos el que marca la pauta de
qué lengua escogemos de manera inconsciente en un momento dado. Así, en
situaciones en las que el hablante es competente en más de una lengua, es
posible que recurra habitualmente a su lengua materna de manera más emocional para
expresar sentimientos espontáneos, pero que sea otra (segunda lengua o incluso
la lengua extranjera) la que utilice cotidianamente para relacionarse con la
sociedad que le rodea en ese momento. La lengua de trabajo es aquella que
utilizamos en el ámbito laboral, es decir, está impuesta por la empresa y
generalmente busca unificar bajo una misma lengua todo tipo de comunicación y
documentación, y de este modo facilitar a quienes lo necesiten el acceso a las
mismas. El uso de este tipo de lengua está muy generalizado hoy en día debido a
la globalización del mercado laboral, ya que con frecuencia los diferentes
departamentos de grandes empresas se encuentran ubicados en varios países por
motivos legales, logísticos y/o fiscales. Por último, nos centramos en el
concepto de lengua vehicular, también llamada lengua franca, que se diferencia de la lengua de trabajo en el
hecho de que es escogida por los hablantes para facilitar la comunicación en
momentos específicos y con fines concretos, como es el caso de reuniones de
trabajo a las que acuden participantes de distintos países. Un ejemplo interesante
de lengua vehicular o franca es el pidgin, nacido de la necesidad de
comunicación, pero que no constituye la lengua materna de ninguno de sus
hablantes. Este tipo de variedad lingüística fue especialmente importante como
medio de comunicación entre los esclavos africanos hacinados en el Caribe antes
de ser vendidos. Actualmente, la lengua franca más común es el inglés, aunque
ya hay quien prevé que esto cambie y sea desbancada en un futuro por el chino. En
el pasado, el latín y el francés también fueron ejemplos de lenguas
vehiculares. Con el fin de reforzar estos conceptos llevamos a cabo una
actividad en grupo denominada Placemat, para
la cual cada grupo debía contestar unas preguntas propuestas por el docente y
cuyas respuestas dieron pie a debate al no ser las que esperábamos y que valió
para aclarar las dudas que se plantearon.
En lo que se
refiere al repertorio lingüístico, aunque no tuvimos ocasión de realizar esta
actividad en clase, a continuación os
dejo una tabla con el mío en el que podéis observar mi conocimiento activo y
pasivo de distintas lenguas, así como de sus niveles.
En
conclusión, creo que esta sesión, aunque extremadamente breve, nos ayudó a
reforzar conceptos relacionados con los contextos de adquisición y uso de los
distintos tipos de lengua que muy a menudo son confusos y tienden a utilizarse
de forma inadecuada. Esta clarificación nos valdrá como futuros docentes para ser
conscientes durante el proceso de enseñanza-aprendizaje de que existen
distintas realidades lingüísticas en las que se pueden encontrar nuestro
alumnado y que tendremos que tener en cuenta para así hacer uso de la
metodología más adecuada en cada circunstancia.
domingo, 16 de febrero de 2020
COMENTARIOS EN OTROS BLOGS (DIDÁCTICA_CRISTINA RODRÍGUEZ)
¡Hola!
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Lidia Martínez: Aprendendo sobre as Linguas Estranxeiras
Carla Portela: Máster profesorado LE
Jesús Louro: Master of Languages
Un saludo.
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martes, 11 de febrero de 2020
Didáctica_Tema 4
En este último tema, impartido por la profesora Cristina Rodríguez en poco
más de una sesión, entramos en contacto con uno de los aspectos más importantes
del proceso de enseñanza-aprendizaje: la evaluación. Además, tratamos la
importancia que dentro de la misma tiene el uso de las rúbricas, el cual no
está exento de cierta polémica en el ámbito docente, al existir todavía cierta
confusión con respecto a qué constituye realmente una rúbrica y qué no.
Comenzamos el tema durante la sesión del día 15 de enero, hablando sobre
una herramienta de gran eficacia y valor, tanto para el alumnado como para el
profesorado: la rúbrica.
Este instrumento descriptivo de evaluación, sobre todo formativa, está basado
en descriptores que ayudan a monitorizar tanto el proceso y como el producto realizado.
Lejos de ofrecer una calificación numérica, tiene como finalidad ofrecer
información sobre posibles dificultades con las que se pueden encontrar los
discentes durante la elaboración de actividades o tareas. Su existencia en
nuestro sistema educativo es relativamente reciente, y su uso se ha visto
impulsado especialmente desde que la vigente ley de educación (LOMCE) incorporó
los criterios y estándares como parte clave de la evaluación de las
competencias que el alumnado debe alcanzar. Las rúbricas deben contar con un
diseño apropiado que permita determinar de manera fiable y efectiva el nivel de
calidad del proceso o producto, y ser del tipo que más convenga según el nivel
de desarrollo que el docente quiere evaluar. Así, por ejemplo, si lo que se
pretende es llevar a cabo un análisis en conjunto de una tarea, será mejor
optar por una rúbrica holística que valore la calidad global. Sin embargo, si buscamos
un análisis pormenorizado en base a los indicadores establecidos y criterios
observables, se hará uso de una rúbrica analítica, ya que esta ofrece un mayor
nivel de retroalimentación tanto al alumnado como al profesorado. Es
precisamente la definición de dichos criterios lo que constituye uno de los
pasos básicos a la hora de diseñar una rúbrica, puesto que si estos no son
adecuados, claros, observables, distinguibles, completos o no se pueden
describir en un continuo, no lograrán que la rúbrica sea útil y eficiente,
provocando confusión en lugar de facilitar que el alumnado comprenda qué es lo
que se espera de él. Otro paso clave en el uso de las rúbricas, es que estas
deben ser facilitadas al estudiantado antes de dar comienzo al proyecto o tarea,
asegurándonos así de que no existen aspectos relacionados con ellas que
presenten dudas. Precisamente con el fin de evitar este tipo de situaciones, es
recomendable que el grupo aula participe en su elaboración, lo cual ayuda a
establecer una atmósfera de cooperación y de cohesión de la que el grupo se
puede beneficiar dentro de una metodología de enseñanza-aprendizaje activa y
comunicativa.
Finalizamos el día 4 de febrero con el desarrollo de este tema, explorando
el ámbito de la evaluación que, como ya he mencionado, tiene un gran peso
dentro de nuestro sistema educativo. Aunque esta temática ya había sido parte
de otra asignatura a principios de este máster, en esta sesión tuvimos la oportunidad
de revisitarla con la nueva perspectiva que nos ofrece los conocimientos
adquiridos en estos meses. Empezamos considerando la definición de evaluación y estableciendo la
diferencia entre esta y la calificación, ya que hoy en día existe cierta tendencia
a confundir ambos términos, no únicamente por la población en general, sino
también por la comunidad educativa. A continuación, nos detuvimos en sus
categorías: inicial, formativa y final, en la cual pudimos apreciar cómo cada
una ellas se complementan y atienden a distintas necesidades del proceso de
enseñanza-aprendizaje. La evaluación inicial o diagnóstica, realizada al
comienzo del curso, debe ofrecer varias muestras de la comprensión y producción
oral y escrita para que el docente pueda obtener una idea global del nivel de
su alumnado. Cuantas más muestras sean utilizadas en esta evaluación, más fácil
será poder concretar los objetivos que se quieren plantear. La evaluación
formativa o continua es la que más ayuda puede ofrecer al profesorado, por su
duración y su temporalización, a la hora de llevar a cabo correcciones en la
metodología utilizada. Se aleja del concepto de evaluación del aprendizaje, la
cual se enfoca hacia los resultados obtenidos, para centrarse en la evaluación para el aprendizaje,
y así fomentar un aprendizaje basado en la retroalimentación que obtienen
profesorado y alumnado durante la realización de tareas y actividades. Este
tipo de evaluación es crucial para detectar problemas con una prontitud que
permita corregir el planteamiento inicial y subsanar errores de manera ágil y
eficaz, sin esperar a obtener malos resultados al final de cada etapa del curso
escolar. El tercer tipo de evaluación,
la final o sumativa, es sin duda la más conocida y tradicional, ya que siempre ha
formado parte del sistema educativo español. Se caracteriza por ofrecer una
calificación, generalmente numérica, al final de cada curso, trimestre o
unidad. En este momento nos detuvimos en un factor clave dentro de la
evaluación: la retroalimentación o feedback, que ya he mencionado
en relación a la formativa, pero que podemos obtener también en la inicial y
final. Este término, hoy en día utilizado en casi todos los ámbitos
profesionales, se refiere a la información que podemos obtener gracias a los
distintos tipos de evaluación, y que podemos compartir con el alumnado de
diferentes formas. Esta herramienta ayuda a todos las partes a comprender mejor
el resultado obtenido y a actuar para acercarnos al objetivo propuesto. Para
ello es necesario hacer uso de distintos instrumentos que faciliten esta
comunicación, como son los comentarios por escrito, los descriptores de
competencia, los informes de progreso, etc. Aun así, y a pesar de las buenas
intenciones que nos impulsan a utilizar uno u otro instrumento, hay que considerar
las ventajas y desventajas que cada uno de ellos nos ofrece, y de este modo
poner en práctica el más apropiado teniendo en cuenta al individuo y a la
situación, ya que el feedback puede
tener resultados negativos o nulos si se realiza de forma inadecuada o en el
momento equivocado. Seguidamente, revisamos diversas estrategias para
implementar la evaluación formativa en el aula, cuya elección dependerá de lo
que queramos obtener de ella, por ejemplo, responsabilizar al alumno de su
aprendizaje, mostrar evidencias de que dicho aprendizaje está teniendo lugar o
potenciar el progreso. Por último, realizamos una recapitulación de los tipos
de evaluación, atendiendo esta vez a quién la realiza, centrándonos en la autoevaluación
y la coevaluación, y cómo, para que ambas sean provechosas, necesitamos sopesar
sus posibles beneficios y perjuicios.
Durante la exposición de esta parte teórica, la docente propuso diversas
actividades colaborativas que valieron para revisar de manera práctica todos
estos conceptos, y que también nos ayudaron a reconsiderar la importancia y el
impacto que una buena planificación e implementación de la evaluación pueden
tener en la consecución de los objetivos deseados. Personalmente, la
construcción de rúbricas me pareció una actividad muy importante, y no
precisamente sencilla, ya que la elección de criterios que son necesarios
incluir no siempre es obvia y fácil de realizar.
En conclusión, me gustaría resaltar la gran relevancia del contenido de este
tema, ya que pone de manifiesto que para lograr una buena gestión de las
capacidades grupales e individuales del alumnado es imprescindible evitar
metodologías anticuadas y obsoletas, que califican sin evaluar y que ignoran el
valor de un enfoque comunicativo entre profesorado y el grupo aula. Como buenos
docentes deberíamos aspirar a proponer el logro de unos objetivos claros y
realistas, y transmitir que el fin del proceso de enseñanza-aprendizaje no es
calificar numéricamente sus esfuerzos, sino ayudarles a mejorar y a alcanzar dichos
propósitos.
miércoles, 22 de enero de 2020
Didáctica_Tema 5
En
este primer tema de la asignatura Didáctica
de la Enseñanza de las Lenguas Extranjeras impartido por la docente
Cristina Rodríguez en tres sesiones, hemos profundizado en diversos procedimientos
para fomentar las habilidades comunicativas en el aprendizaje de lenguas
extranjeras, como son las actividades de mediación lingüística y las actividades de comprensión oral y escrita.
Comenzamos
la primera sesión abordando la noción de mediación que se ha visto
recientemente desarrollada gracias al Marco Común Europeo de Referencia (MCER)(2001)
y al Companion Volume (2018). Es en este último donde aparecen los descriptores
que ayudan a introducir la mediación en el aula, ya sea de tipo relacional o cognitiva. Debido a su transversalidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje
de lenguas y a su papel unificador de las distintas facetas de la competencia
comunicativa se le considera un factor integrador. El uso de la mediación en el
ámbito de las lenguas no es una novedad, de hecho es tan antiguo como las
propias lenguas. Todos nos encontramos a menudo con la necesidad de mediar en
nuestros actos comunicativos de una manera u otra, ya sea bien dentro de una
misma lengua (intralingüística) o entre dos o más lenguas (interlingüística). De
este modo, debemos entenderla como la puesta en marcha aquellas habilidades
comunicativas que facilitan, a partir de conocimientos previos, que otros
usuarios de la lengua logren entender el mensaje transmitido. Esto está
estrechamente vinculado al nivel de plurilingüismo con el que cuenta el
hablante. Para aclarar el concepto de plurilingüismo llevamos a cabo un
breve debate con el fin de lograr diferenciar este del multilingüismo. El
primero aparece recogido en el diccionario de términos clave de la ELE del Centro
Virtual Cervantes como la interrelación existente entre las lenguas presentes
de manera simultánea en la competencia comunicativa de un sujeto, mientras que
el segundo hace referencia a la capacidad de uso de tres o más lenguas. Gracias
a esta actividad, pudimos establecer que en contra de lo que muchos puedan
pensar, el uso de otras lenguas en la materia de lengua extranjera no es perjudicial
para la adquisición de esta, al contrario, su uso resulta beneficioso ya que
nos ayuda a construir puentes entre las distintas lenguas presentes en nuestro
repertorio lingüístico y así lograr la mediación entre ellas, dando paso a una
co-construcción significativa del lenguaje, basado en aquello que el alumnado ya
conoce y que le resulta familiar. No se trata entonces de evitar el uso de otras
lenguas como si el contacto entre ellas fuera en detrimento de su aprendizaje,
si no de apoyarnos en ellas de manera que nos ayuden a lograr los objetivos
propuestos de manera más constructivista y colaborativa. Esta actitud activa
encaja dentro del enfoque centrado en la acción que plantea el MCER, ya que
lejos de ser un aprendizaje individualizado e individualista, la adquisición de
lenguas requiere una actitud cooperativa entre individuos o grupos. Como
futuros docentes, deberemos proponer a nuestro alumnado aquellas tareas o
actividades que potencien el uso de la mediación en el aula. Acabamos esta
sesión con una actividad centrada en el análisis de actividades de mediación, basado
en la clasificación de diferentes textos según su medio de producción, el tipo
de mediación que requería, su objetivo, su propósito comunicativo y contexto, y
las características del texto fuente. Este análisis nos sirvió para repasar los
tipos de mediación lingüística y los factores a tener en cuenta.
La
siguiente sesión empezó centrándonos en las actividades de lengua:
comprensión, expresión, interacción y mediación. Estas toman como punto de
partida lo que se conocía como las cuatro destrezas de una lengua (comprensión y
expresión oral, y comprensión y expresión escrita), hasta el desarrollo de la mediación
lingüística como un modo más de comunicación. Las actividades comunicativas de
aula deben ser diseñadas por el profesorado con el fin de fomentar el uso de la
lengua partiendo de la necesidad comunicativa existente en los hablantes. La actividad
relacionada con esta parte de la teoría se realizó en grupos de cuatro, con la
ayuda de un documento compartido por la docente a través de Google Drive. En
ella debíamos diseñar una tarea de mediación lingüística dentro de un contexto comunicativo
verosímil y que necesitase mediación. Nuestro grupo escogió como texto fuente Alice’s Adventures in Wonderland, para que un
grupo aula de 2ºESO, dividido en grupos pequeños (tres o cuatro miembros), realizase la lectura de un capítulo por grupo, para después representarla ante
los demás. Esta puesta en escena iría seguida de un turno de preguntas para
aclarar las posibles dudas existentes con respecto al vocabulario, expresiones,
etc. Esta tarea de mediación tendría como objetivo trabajar la comprensión
lectora, el conocimiento de aspectos culturales británicos y la expresión oral.
En general, es conveniente que el docente introduzca actividades que no se
encuentran en el manual, dando así prioridad a documentos auténticos cuyo grado
de dificultad dependerá del nivel del alumnado. Dentro de los tipos de
actividades de comprensión, extensiva e intensiva, el primero debe realizarse
fuera de las horas de clase debido a la cantidad de tiempo que requieren, centrándonos
en el segundo tipo durante las horas lectivas, ya que sus objetivos son más
específicos y alcanzables en el tiempo disponible. La sesión se centró entonces
en las actividades de comprensión oral y escrita, y los pasos a seguir para su
desarrollo: familiarización, primera y segunda lectura, y post-lectura. Es
conveniente acompañar este tipo de actividades de una puesta en común final que
enriquezca el proceso enseñanza-aprendizaje, ofreciendo al docente en su papel
de mediador, guía y organizador de la actividad información sobre el grado de comprensión
adquirido por el alumnado. La siguiente actividad propuesta por Cristina consistió
en diseñar, paso a paso, una actividad de comprensión oral y escrita. Para ello
nuestro grupo tomó como texto fuente un vídeo con varias escenas de la serie de
televisión norteamericana Younger, que
serviría un grupo aula de 1º Bachillerato como punto de partida para hablar de
sus intereses en cuanto a las series de televisión. Aunque en esta actividad
tiene más presencia la comprensión y expresión oral, también fomenta la comprensión
y expresión escrita gracias a ejercicios de vocabulario y a breves redacciones
de opinión, descripción de personajes y predicción de hechos que se les propone
al alumnado.
La
tercera y última sesión se centró en las actividades de interacción y
producción escrita y oral. Las primeras requieren una gran cantidad de tiempo,
por lo que es conveniente realizarlas a modo de mini-expresiones (anuncios por
palabras, escribir reseñas, cuentos encadenados, etc). Para ejecutar este tipo
de actividades necesitamos una planificación, un borrador y una versión final,
siendo el borrador el que ofrece más opciones de aprendizaje. En cuanto a las
segundas, debemos resaltar que, debido a su gran importancia, deben ser
fomentadas en todas las fases de la clase, de modo que logremos maximizar el
tiempo dedicado a ellas.
Me
gustaría concluir resaltando la importancia que, en mi opinión, tienen este
tipo de actividades en el proceso enseñanza-aprendizaje de las lenguas. No sólo
son absolutamente necesarias, sino que además vertebran su adquisición de
manera dinámica, natural y realista, evitando o, al menos, minimizando el
estudio monótono y memorístico al que hasta hace poco éramos sometidos.
lunes, 6 de enero de 2020
COMENTARIOS Gonzalo Constenla
¡Hola a todos!
Aquí os dejo los enlaces a los comentarios que he realizado en
los blogs de algunas compañeras.
Un saludo.
domingo, 5 de enero de 2020
DIARIO Tema 8
Metodología en la enseñanza
de lenguas extranjeras
Durante las
últimas sesiones de esta asignatura
el alumnado llevó
a cabo diversas presentaciones sobre temas propuestos por ambos docentes, Gonzalo
Constenla Bergueiro y Carla Bouzada Jabois. Para este comentario he escogido
centrarme en aquellas presentaciones relacionadas con algunos de los métodos de
enseñanza que se pueden aplicar pare el aprendizaje de las lenguas extranjeras.
Cuando el
profesorado se enfrenta a la decisión de cómo es posible optimizar el proceso de
enseñanza-aprendizaje en el aula, la metodología es, en mi opinión, la herramienta
más útil en su poder para lograr el éxito deseado y que así el alumnado logre
alcanzar aquellos objetivos y competencias marcadas en la programación didáctica.
Los métodos que pasaré a comentar a continuación pueden convivir y ser
utilizados en las circunstancias que mejor lo requiera. De este modo, la combinación
adecuada de diferentes enfoques metodológicos enriquece el proceso educativo y
puede resultar una estrategia beneficiosa, siempre y cuando se aplique de
manera coherente y como soporte a un plan educativo bien estructurado y organizado,
que huya del uso automático y desmotivado de ciertas modas didácticas y pedagógicas
en las que el profesorado parece caer de vez en cuando.
El método más
antiguo fue el presentado por Lucía Portabales, y es el denominado gramática-traducción, o también tradicional.
Utilizado de manera casi exclusiva durante más de dos siglos, se centra primordialmente
en la escritura, memorización y repetición de estructuras gramaticales y vocabulario.
Se caracteriza por su falta de conexión con el entorno real de la lengua meta, lo
cual lo convierte en una estrategia didáctica insuficiente y probablemente
ineficiente, si es utilizado como el único método de enseñanza propuesto a un
alumnado que hoy en día requiere altas dosis de motivación y estimulación casi
imposibles de fomentar a través de monótonas repeticiones y el desarrollo de
ejercicios descontextualizados que no refleja aspectos de la vida real. La fijación
exclusiva de este método en la adquisición de la competencia lingüística ignora
la verdadera finalidad que impulsa el aprendizaje de las lenguas: el lograr
comunicarnos de manera adecuada y efectiva en contextos reales y prácticos, que
como sabemos requiere que los discentes sean algo más que expertos en gramática
y léxico. Es precisamente este aspecto funcional de la lengua el que vertebra el
método comunicativo, o directo, comentado por Carla Portela, en el que prima la oralidad y que otorga al alumnado un papel activo y participativo en su
aprendizaje, involucrado en la búsqueda de soluciones a problemas de comunicación
reales y contextualizados. El papel del profesorado, aunque de gran importancia,
se aleja de la clase magistral que era habitual hasta entonces, para pasar a realizar
la función de orientador y coordinador.
El método expuesto por Noemí Soto fue el Aprendizaje Basado en
Proyectos, o ABP. Esta es, junto con
la anterior, una de las metodologías de aprendizaje más populares actualmente en
las aulas. Cuentan además con muchos aspectos en común, como por ejemplo el
alto grado de participación del alumnado, su fuerte vínculo con las situaciones
de la vida real, el desarrollo de la cooperación activa en grupos y el papel de
guía que asume el profesorado en su puesta en marcha. Esta metodología plantea
el conocimiento como un proceso de investigación en el que el docente plantea
una situación de aprendizaje, a partir de la cual el alumnado indaga y gestiona
sus recursos en la búsqueda de soluciones adecuadas. De esta manera se logra un
aprendizaje significativo basado en situaciones y problemas reales, que
requiere la puesta en práctica de varias competencias clave de manera simultánea.
Por último, Raquel Martínez introdujo
el método silencioso, popular a
principios de la década de los setenta y del cual yo desconocía su existencia.
Lo que más me impactó de esta técnica es precisamente que la enseñanza de una
lengua requiera el silencio del profesorado, ya que este debe intentar hablar
lo menos posible para así facilitar el aprendizaje del alumnado. Con gran
escepticismo escuché las explicaciones que ofrecía Raquel a lo largo de su presentación,
y a pesar de su gran trabajo al exponer este inusual método, tuve dificultad en
imaginar cómo es posible corregir fallos de pronunciación si no es,
precisamente, haciendo uso del habla. Como ya sucedía en el método comunicativo
y el ABP, el protagonismo recae en el alumnado, pero este debe ahora trabajar
individualmente, haciendo uso de material específico, como tablas y regletas de
colores, para lograr a través del descubrimiento alcanzar los objetivos que se
le plantean y resolver aquellos problemas con los que se encuentre. El
profesorado participará lo menos posible y, cuando sea posible, utilizará
gestos para corregir los fallos que surjan.
En
conclusión, son muchos los factores que debemos tener en cuenta a la hora de
decantarnos por una u otra metodología para la enseñanza de lenguas, o de
cualquier otra materia. Esto no es siempre tan fácil como hacer un uso
reiterado y monótono del mismo método sin dar opción a experimentar con otras alternativas
disponibles, sea bien por desconocimiento de los mismos, por pereza o aprensión.
En realidad, sería conveniente que considerásemos y aplicásemos aquella técnica
didáctica que creamos más adecuada para cada objetivo propuesto, sin despreciar
ni favorecer en exceso ninguna de las opciones a nuestra disposición. Así por ejemplo,
aunque los métodos gramática-traducción y silencioso puedan parecer a primera
vista anticuados y contrarios a una educación activa y participativa como la
que se propugna hoy en día en las aulas, lo cierto es que su puesta en práctica
de manera puntual puede ser beneficiosa si los enfocamos adecuadamente hacia aquellos
aspectos del proceso enseñanza—aprendizaje que requieran sus características,
como por ejemplo la memorización de vocabulario y estructuras gramaticales, o la capacidad de resolver problemas
individualmente.
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